- El sector químico español estima cerrar el ejercicio 2023 con un crecimiento productivo del 0,8% y un importante retroceso de la cifra de negocios del 6,8% hasta los 83.799 millones €, lo que supone 6.000 millones menos respecto a 2022. Este comportamiento está alineado con la evolución de la industria europea en su conjunto.
- El retroceso del sector químico se concentra fundamentalmente en la química básica, que cerrará el año con una caída de casi 12 puntos, debido a los altos costes energéticos y a la retracción de la demanda iniciada a finales de 2022. La situación es más sólida en la química de consumo y de la salud.
- En el mercado internacional, la industria química mantiene un alto grado de competitividad apoyado en una mayor debilidad de economías europeas muy exportadoras.
- En 2024, el sector espera una ligera recuperación, con un crecimiento productivo del 1,2% y del 2,4% en el caso de la cifra de negocios, propiciado por un mejor comportamiento de la economía y de la demanda, que permitiría recuperar un tercio de las pérdidas de 2023.
- Los altos precios de la electricidad y el gas continúan siendo un importante freno para la competitividad de la industria y muy particularmente para la química básica, como gran consumidora de energía.
- La industria química europea necesitará abordar inversiones por valor de un billón de euros hasta 2050 para alcanzar la descarbonización completa de sus procesos y operaciones. El desarrollo de la electrificación, el hidrógeno y los gases renovables y tecnologías como la captura, almacenamiento y uso del CO2 serán clave.
- El sector solicita al próximo gobierno nacional y europeo su apoyo al desarrollo competitivo industrial de forma urgente con políticas efectivas para no poner en riesgo la continuidad de la industria básica europea y garantizar la autonomía estratégica.
El sector químico español (CNAEs 20 y 21) estima cerrar el ejercicio 2023 con una significativa caída de la cifra de negocios del 6,8% hasta los 83.799 millones € (6.000 millones menos que en 2022), un retroceso concentrado fundamentalmente en la química básica, la más intensiva en consumo de gas y electricidad. Con un crecimiento de la producción de apenas el 0,8%, el sector se ha visto lastrado por los altos costes energéticos y la caída de los precios por la ralentización de la demanda. Así lo ha explicado hoy la presidenta de la Federación Empresarial de la Industria Química Española (Feique), Teresa Rasero, en el marco de la Asamblea General de Feique, durante la cual ha presentado las previsiones de cierre de 2023 y perspectivas de 2024.
Esta evolución del sector químico español está alineada con la clara debilidad que está mostrando la industria europea en su conjunto, que inició una desaceleración en el segundo semestre del pasado año y que ha continuado en el actual sufriendo ya descensos productivos. Así, la previsión del sector es culminar 2023 con un crecimiento mínimo del 0,8%, que se espera llegue al 1,2% el próximo año.
En un sector tan heterogéneo como el químico, las mayores dificultades se concentran en el subsector de la química básica (CNAE 201), que se encuentra al inicio de la cadena de valor, mientras que la situación es más sólida en el caso de la química de consumo y de la salud. Desde el segundo trimestre de 2022, la química básica, caracterizada por su mayor consumo energético y de materias primas, ha venido experimentando un fuerte descenso productivo que, aunque ha revertido su tendencia desde abril, cerrará 2023 con una caída de casi 12 puntos. Esto se debe a dos factores determinantes: los altos costes energéticos y la debilidad de la demanda. En la química básica el precio del gas y la electricidad es uno de los principales factores de coste y, por tanto, uno de los que en mayor medida determinan la competitividad de las empresas.
En cuanto a la cifra de negocios, y a diferencia de lo ocurrido el pasado año, desde Feique se estima que el sector químico cerrará 2023 con una importante reducción del 6,8% para finalizar el año con un valor de 83.799 millones €, como resultado del escaso crecimiento de la producción, junto con la caída de precios de los productos químicos motivada por la retracción de la demanda. Esta caída se traduce en 6.000 millones € menos que en 2022.
En 2021 y 2022 se han experimentado periodos de altos costes energéticos, incluso superiores a los actuales, pero la diferencia con respecto a aquellos ejercicios es que estaban compensados con una fuerte demanda capaz de absorber una parte sustancial del incremento de costes. Actualmente, la situación es muy diferente, ya que la demanda inició su descenso en el segundo semestre de 2022, agudizándose con las sucesivas medidas para contener la inflación y, particularmente, con la elevación de los tipos de interés, que han limitado el acceso al crédito y la financiación. Esta circunstancia no ha permitido estimular a sectores tractores vinculados a bienes duraderos como la construcción o el automóvil, que son fundamentales para la economía española.
Con todo ello, desde 2019, la cifra de negocios acumulará un crecimiento del 30,1% hasta 2024. Sin embargo, este crecimiento no estará vinculado a la mejora de los niveles y capacidades productivas, sino fundamentalmente a los precios. En el mismo periodo, el incremento de los precios de los productos químicos se sitúa en el 28,4%.
En cuanto al comportamiento en el mercado internacional, la industria química mantiene un alto grado de competitividad apoyado, actualmente, en la mayor debilidad de economías muy exportadoras como la de Alemania o Países Bajos. A su vez, el sector continúa creciendo en otras áreas donde la química de consumo y salud sigue comportándose con notable resiliencia.
Respecto a 2024, el sector espera que se produzca una ligera recuperación con un crecimiento productivo estimado del 1,2% y del 2,4% en la cifra de negocios hasta los 85.820 millones de euros, resultados propiciados por un mejor comportamiento de la economía y de la demanda. Sin embargo, incluso si se diera este escenario, solo permitiría recuperar un tercio de las pérdidas de 2023.
LOS ALTOS COSTE DE LA ENERGÍA: UN LASTRE PARA LA INDUSTRIA
El precio de la electricidad y el gas continúa siendo un importante freno en la competitividad de la industria en su conjunto y, muy particularmente, de la química básica (CNAE 20), como gran consumidora de energía que es.
En el caso de la electricidad, la situación es compleja puesto que los precios del mercado eléctrico español se sitúan en 2023 por encima del doble de los registrados en el último año previo a la sucesión de las diferentes crisis iniciadas en 2020 y que, según las previsiones, en diciembre se situarán casi cuatro veces por encima de diciembre de 2019.
Pese a la mayor afluencia de generación renovable en el sistema eléctrico, los consumidores no han visto reflejado en sus facturas el menor coste de inversión y operativo de estas tecnologías debido, fundamentalmente, al incremento del precio del gas y de los derechos de emisión de CO2.
En palabras de la presidenta de Feique, Teresa Rasero: “El actual diseño del mercado eléctrico es incapaz de mostrar precios competitivos frente a otras áreas geográficas. Y aun siendo éste uno de los objetivos de la reforma del mercado eléctrico que se está debatiendo en Europa, nada indica, a medio y largo plazo, que vaya a ser mínimamente efectiva, poniendo en riesgo el futuro de la industria estratégica europea y su indispensable generación de riqueza y de empleo de calidad”.
En el caso del gas, de nuevo, la evolución en 2023 muestra precios muy superiores a los registrados en 2019. Sin embargo, la capacidad de intervención es muy limitada y su precio continúa vinculado a factores geoestratégicos complejos y, por tanto, sujeto a una imprevisible volatilidad.
Tal y como ha explicado Rasero durante su intervención, los mercados regionales europeos se mantienen en precios muy parejos al TTF de referencia, siendo el principal problema el profundo déficit competitivo frente a los precios norteamericanos, ya que el Henry Hub se sitúa en estos momentos en precios seis veces inferiores. Esto complica la competitividad de las actividades con alta demanda térmica o que utilizan el metano como materia prima.
EL RETO DE LA DESCARBONIZACIÓN REQUERIRÁ DE INVERSIONES DE UN BILLÓN DE EUROS HASTA 2050 PARA QUE EL SECTOR QUÍMICO EUROPEO SEA COMPETITIVO Y SOSTENIBLE
En el largo plazo, la industria química no solo pone el foco en ser competitiva, sino también en ser plenamente sostenible, con el objetivo claro de alcanzar la descarbonización completa del sector antes de 2050.
En las últimas tres décadas, la industria química europea ha avanzado significativamente en la reducción de sus emisiones anuales, pasando de 350 Mt de CO2 equivalente en 1990 a 179Mt en 2019. Es decir, una reducción cercana al 50%, que se situaría en torno al 80% si se consideran las emisiones relativas por tonelada producida, lo que muestra el esfuerzo desarrollado por el sector ya que, para cumplir los objetivos comunitarios de reducción del 55% en 2030, bastaría con una reducción adicional de 13 Mt. La mayor complejidad radica en abatir las restantes emisiones hasta 2050 (151 Mt), por la dificultad intrínseca de todos los objetivos de reducción a acercarse al cero.
De esta forma, se estima que las inversiones necesarias para descarbonizar completamente la actividad química europea alcanzarán el billón (español) de euros hasta 2050, una cifra que llevará aparejada la modificación de las operaciones de suministro y que requerirá del desarrollo de procesos y tecnologías -alguna de ellas todavía desconocida o incipiente – que permitan neutralizar sus emisiones de CO2.
Un hecho relevante es que el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero del sector químico europeo se concentran en ocho procesos productivos (amoniaco, etileno, propileno, ácido nítrico, negro de carbono, caprolactama, carbonato de sodio y productos químicos fluorados), todos ellos productos básicos y esenciales para el desarrollo de múltiples actividades productivas y transformadoras de otros procesos químicos y otros sectores económicos.
La descarbonización completa de estas producciones requerirá de 400.000 millones € en gastos de capital (CAPEX) para equipos básicos y el diseño, construcción y modificación de instalaciones. A esta cifra deben añadirse 200.000 millones € correspondientes a los costes de parada e interrupción de la producción mientras se acometen las modificaciones de tecnologías y procesos. También deben añadirse otros 250.000 millones € que corresponderían, por los mismos conceptos, al coste de abatimiento de emisiones del resto de la industria química, así como 160.000 millones €, en este caso, correspondientes a las inversiones necesarias para mantener el conjunto de activos del sector químico en funcionamiento óptimo, ya sea por necesidades de operación o mantenimiento, o para garantizar el cumplimiento de la exigente normativa europea. El acumulado completo arroja una cifra de 1 billón €, lo que supone la necesidad de invertir anualmente cerca 35.000 millones € hasta 2050.
Sin embargo, la cifra anual de inversión actual de la industria química europea se sitúa en torno a 21.500 millones €, lo que genera un diferencial de 12.600 millones € o, en total y hasta 2050, 365.000 millones € extraordinarios de inversión para cumplir con los objetivos climáticos del Green Deal. Todo ello sin considerar las inversiones necesarias para satisfacer el crecimiento de la demanda mundial.
La financiación de los 365.000 millones € adicionales que se precisan debe, esencialmente, provenir de las propias empresas del sector, es decir, la industria química debe ser capaz de generar mejores resultados para disponer del capital necesario para acometer el abatimiento de sus emisiones de gases de efecto invernadero.
“Aunque los Fondos Next Generation o las fórmulas de financiación futuras que establezca la Net Zero Industry Act puedan ejercer un papel complementario e incluso necesario, el futuro del sector químico europeo -o de otros sectores básicos con importantes volúmenes de emisión- no puede depender solo de la captación de recursos públicos sino, principalmente, de su mejora competitiva y en ella es donde deben concentrarse las decisiones de los diferentes poderes públicos, ejecutivos o legislativos” ha incidido Teresa Rasero, presidenta de Feique.
Asimismo, ha insistido en que la industria es, desde un punto de vista socio-económico, la actividad que genera mayor solidez y resiliencia a las economías, además de ser el sector con mayor capacidad de internacionalización, mayor inversión en innovación, y mayor contribución a la generación de riqueza y empleo de calidad. “Para ser competitivos necesitamos promover y ejecutar de forma acelerada reformas bien orientadas. La recuperación de nuestra competitividad debe ser una prioridad para el próximo ejecutivo nacional y comunitario. lo que supone activar políticas eficaces en múltiples ámbitos y, muy especialmente, en el energético”.
Aparte de las necesidades de capital, la descarbonización del sector químico necesita innovación y desarrollo tecnológico, así como un marco regulatorio que otorgue certidumbre a las inversiones bajo la premisa de la neutralidad tecnológica. Y bajo este paraguas, el sector está trabajando simultáneamente sobre sus procesos y sus demandas de energía y calor, donde la electrificación será, sin duda, tal y como ha expresado la presidenta de Feique, una de las rutas tecnológicas más importantes, si bien los precios actuales y futuros, minan su expansión.
También ha expresado que el mismo problema se presenta para el desarrollo del hidrógeno verde, ya que la electricidad que alimenta los electrolizadores supone en torno al 85% del coste final de producción. Y para un desarrollo efectivo y competitivo, se precisarían precios inferiores a 25€/MWh.
LAS TECNOLOGÍAS DE CAPTURA DEL CO2, INDISPENSABLES PARA LOGRAR LOS OBJETIVOS DE NEUTRALIDAD DE EMISIONES EN 2050
En esta línea, Rasero ha incidido en la captura de CO2 como otro de los actores fundamentales en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, especialmente, como un elemento esencial en el abatimiento de emisiones. De hecho, la Comisión y el Parlamento Europeo han concluido recientemente que no será posible alcanzar los objetivos de neutralidad de emisiones en 2050 sin las tecnologías de Captura, Almacenamiento y Uso del CO2 (CAUC). Éstas, no solo son la única alternativa tecnológica para retirar el CO2 de la atmósfera por vía directa o indirecta, sino también para reducir emisiones en sectores con emisiones de proceso complejas de abatir o para proporcionar nuevas materias primas que no sean de origen fósil.
Para ello, Teresa Rasero ha indicado que España necesita seguir profundizando en la línea abierta en la revisión del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima y que se alinee con las recomendaciones de la Comisión Europea, facilitando un marco normativo favorable que promueva el desarrollo de Infraestructuras de captura, transporte y almacenamiento de CO2. Esto aportaría seguridad jurídica para acometer inversiones en estas tecnologías.
En cuanto al uso de CO2 como materia prima, es preciso establecer un programa transformador para el desarrollo de soluciones innovadoras que permitan la captura del CO2, independientemente de su origen, y su posterior aprovechamiento en distintas aplicaciones industriales; y como materia prima, para la obtención de otros productos de alto valor añadido, favoreciendo un modelo circular. Para ello, debe promoverse un marco normativo que permita considerar ese CO2 como emisiones evitadas.
Este aspecto es vital para el sector químico ya que, al menos el 20% del carbono utilizado en la fabricación de productos químicos y materias primas plásticas, debe proceder de fuentes no fósiles sostenibles en 2030.
GARANTIZAR LA AUTONOMÍA ESTRATÉGICA
Por último, la presidenta de Feique, Teresa Rasero, ha reivindicado la función vital que juega la Industria Química para lograr los objetivos de reducción de emisiones a la mayor velocidad, por lo que ha apelado al compromiso claro del próximo gobierno nacional y europeo con el desarrollo competitivo de la industria. “Si no aplicamos políticas decididas de apoyo industrial de forma urgente, pondremos en riesgo la continuidad de la industria básica europea en su conjunto”.
Rasero ha incidido en que, más allá de su elevada contribución a la generación de riqueza y empleo de calidad, la industria básica se encuentra al inicio de la cadena de valor de todas las actividades productivas, por lo que es imprescindible para preservar la autonomía estratégica -objetivo prioritario de la Unión Europea- y garantizar la estabilidad del conjunto de actividades económicas y de producciones esenciales como las agroalimentarias, las sanitarias o de movilidad.