El corcho magnético se ha elaborado mediante un proceso de co-precipitación de óxidos de hierro a través del que se obtiene magnetita. Este mineral es adsorbido al momento sobre la superficie del corcho. “La patente surge de la necesidad de hacer uniones adhesivas que sean graduadas. Leyendo sobre las distintas técnicas que hay para hacer uniones graduadas y acerca del corcho, se me ocurrió que podíamos conseguir que el corcho fuera magnético mediante el proceso que actualmente se usa para obtener magnetita”, apunta Juana Abenojar, investigadora del Departamento de Ciencia e Ingeniería de Materiales e Ingeniería Química de la UC3M.
Con la magnetización del corcho, a las ventajas inherentes del material, como su bajo peso y resistencia al impacto, se añade la facilidad de captación de partículas con la ayuda de un imán, que permite posicionarlas en un lugar determinado para, por ejemplo, modificar polímeros rígidos cuando se necesita que una zona sea más dúctil que el resto porque va a estar sometida a impacto. Utilizando el imán, se sitúan mayor número de partículas de corcho magnético en un lugar determinado para conseguir mayor flexibilidad.
También tendría aplicación para retirar de un medio líquido los contaminantes que capten esas partículas. “Una de las aplicaciones sería su uso para absorber metales pesados en el agua. Es decir, para eliminar contaminantes en el agua”, señala Abenojar, aunque puntualiza que esta aplicación todavía está en estudio.
Actualmente se está probando la magnetización de otros materiales polímeros y cerámicos, como el carburo de silicio o el carburo de boro, que podrían ser utilizados como sensores.
Esta patente ha dado lugar a la solicitud de otra por parte de la Universidad de Oporto bajo el título “Methodology and apparatus to manufacture functionally graded joints using magnetized micro particles” (número de solicitud: PAT354/2019). “Además, se está pidiendo la patente europea y la americana para poder transferirlo a alguna empresa que lo gestione”, finaliza Abenojar.