26/06/2014 – En un reciente artículo de opinión publicado en la magnífica revista Escuela, Alejandro Tiana, Rector de la UNED hace una defensa de la cultura científica.
En concreto se refiere a la desaparición de la materia Ciencias para el mundo contemporáneo, introducida por la LOE como materia común de Bachillerato, que aún cursan los estudiantes de todas sus modalidades, tanto de Ciencias y Tecnología como de Ciencias sociales, Humanidades o Artes y que la Lomce ha eliminado.
Como bien señala, su eliminación no ha sido resaltada ni ha recibido apenas atención.
Recuerda Tiana que Ciencias del mundo contemporáneo fue concebida como una materia que debía cumplir tres grandes objetivos. En primer lugar, conseguir que todos los estudiantes de Bachillerato conociesen los aspectos esenciales de los temas científicos actuales, incluso de algunos que son objeto de debate, haciendo hincapié en sus implicaciones pluridisciplinares y analizando las controversias que suscitan. En segundo lugar, lograr que se familiarizasen con la naturaleza de la ciencia y el uso de los procedimientos más comunes que se utilizan para abordar su conocimiento. Y, en tercer lugar, fomentar que adquiriesen actitudes de curiosidad, antidogmatismo, tolerancia y tendencia a fundamentar las afirmaciones y las refutaciones.
Para conseguir dichas metas, la materia aborda el estudio de temas tales como nuestro lugar en el Universo (el origen del Universo y de la vida, la tectónica global, el evolucionismo), la vida humana y su calidad (la salud, las enfermedades y las medicinas, el genoma humano, la ingeniería genética, la bioética),la gestión sostenible del planeta (la sobreexplotación de los recursos, el cambio climático, los riesgos naturales, la sostenibilidad económica, ecológica y social), las nuevas necesidades y los nuevos materiales (los metales, el papel y la deforestación, la nanotecnología, el tratamiento de las basuras) o la vida en la aldea global (el tratamiento de la información, Internet, la protección de datos, la revolución tecnológica de la información).
Como bien dice Tiana, se trata de un conjunto de contenidos que pueden calificarse como elementos básicos de una cultura científica que debería ser accesible a cualquier persona culta.
Al igual que desde ANQUE, Tiana opina que esta desaparición es representa una pérdida importante y ha sido un error su eliminación.
Con la nueva Ley todas las materias comunes del Bachillerato caen bajo el amplio abanico de las denominadas Humanidades (Lenguas, Filosofía, Historia) y ninguna de ellas bajo el dominio científico. Como si cualquier persona culta debiera conocer Historia o Filosofía pero no necesitase saber nada de ciencia,o como si la cultura científica no tuviese lugar entre las Humanidades modernas. Se puede dar el caso de algún estudiante que haya dejado de estudiar cualquier materia científica en la ESO a los 14 o 15 años y llegue a obtener su doctorado sin haberse acercado de nuevo a la ciencia.
Lo más interesante que plantea Tiana es que más allá de que algunos quieran dedicarse por completo a la ciencia simplemente como ciudadanos necesitamos una mínima cultura para científica para entender buena parte de las noticias que nos afectan y ser capaces de forjar nuestro propio juicio sobre las consecuencias del fracking, la clonación o el cambio climático sin dejarnos llevar por clichés o, peor aún, desarrollar un pensamiento mágico sobre esos temas.
Suscribimos plenamente la opinión de este rector que no cree superfluo plantearse que los futuros bachilleres se acerquen con la dosis mínima de rigor a este tipo de temas científicos.
Como señala, este desinterés por la ciencia que puede venir provocado por cortedad de visión, por prejuicios anticientíficos o por simple desinterés por la cultura científica, hace que la desaparición de una materia tan sopesada ha prestado un flaco favor a la formación de nuestros ciudadanos del siglo XXI cuando cada vez más nuestra vida y nuestro futuro depende de las soluciones que esta puede aportar.