La recientemente publicada recomendación de la Comisión Europea sobre la reducción de las emisiones netas de gases de efecto invernadero del 90% respecto a 1990 para 2040 en la UE ha sido considerada insuficiente por el Consejo Europeo de la Industria Química (Cefic) a la hora de ofrecer soluciones concretas y oportunas a los retos a los que se enfrenta la industria química en su transformación hacia la neutralidad climática. Asimismo, reclama urgentemente que Europa establezca un marco político coherente, ambicioso y realista que garantice la competitividad industrial y el atractivo económico.
Aunque la recomendación ha sido acogida con satisfacción por Cefic, puesto que hace hincapié en el restablecimiento de la competitividad de las industrias intensivas en energía como la industria química y muestra ambición por crear una «revolución industrial» como elemento necesario para alcanzar el objetivo de 2040, desde la patronal química europea la Comunicación se considera exigua a la hora de ofrecer soluciones a estos sectores. “Para cumplir el objetivo de la UE para 2030, y más aún de para 2040, las decisiones de inversión tendrán que tomarse ahora, justo cuando la industria química se enfrenta a una época de recesión económica, la más grave de la última década, con una caída de la demanda y unas condiciones más atractivas en otras regiones del mundo”, indican desde Cefic en su comunicado.
En este contexto, Europa necesita recuperar urgentemente su atractivo económico con un marco político coherente y ambicioso, pero realista y, por lo tanto, competitivo, a nivel internacional. La industria química europea incide en que, actualmente, la política climática de la UE carece de tal marco y, por tanto, de credibilidad en su capacidad para lograr una transformación industrial exitosa en lugar de una desindustrialización.
La política climática de la UE (actual y futura) debe ir acompañada de una política industrial ambiciosa que garantice la competitividad de la industria no sólo en un futuro indefinido sino ahora y a lo largo de su transformación, que permita justificar, desde el punto de vista empresarial, la atracción de inversiones a Europa en un plazo determinado: “cuanto más ambicioso sea el objetivo, más apoyo se deberá prestar a la política industrial y a las medidas facilitadoras correspondientes, reflejando la brecha de ambición con otras economías”.
Según señala Cefic en su comunicado, la política climática de la UE debe:
- Desplegar urgentemente infraestructuras esenciales (redes eléctricas, gasoductos, energías renovables, almacenamiento de CO2, infraestructuras relacionadas con el H2, etc.) que proporcionen una (o nada) energía baja en carbono, renovable y nuclear competitiva en costes, sin las cuales la industria no puede reducir las emisiones sin dejar de operar. En la actualidad, el coste de la energía en Europa es demasiado elevado para competir en el ámbito mundial. Las nuevas fuentes de energía y carbono aumentarán los gastos operativos (OPEX) y las mejoras necesarias en la red aumentarán las tarifas de la misma, agravando aún más el problema.
- Apostar por la neutralidad tecnológica, permitiendo todas las soluciones y tecnologías de reducción posibles, tomando como referencia su potencial de reducción de emisiones durante su ciclo de vida completo, sin aumentar innecesariamente los costes de abatimiento mediante, por ejemplo, la selección de determinadas cadenas de valor a expensas de otras, o la restricción de las opciones de abatimiento. También debería reflejar los potenciales nacionales y regionales, y permitir una concesión de permisos más rápida y sencilla.
- Centrarse en la ampliación y la reducción de riesgos de las nuevas tecnologías y procesos. Un marco de innovación inteligente debe permitir el «ensayo y error» inherente a la innovación, e incluir un mayor acceso y más simplificado a la financiación nacional y europea, tanto para CAPEX como para OPEX, para el despliegue de tecnologías que han alcanzado un alto nivel de madurez. Es necesario revisar las normas sobre ayudas de estado para promover enfoques colaborativos e innovadores.
- Detener las fugas de carbono y de inversión, que provocan la desindustrialización de Europa, ya sea en favor de las importaciones (con poco o ningún beneficio para el clima, especialmente, si esto conduce a un aumento de la huella de carbono global de la UE) o reduciendo la capacidad exportadora de las empresas europeas de productos bajos en carbono al resto del mundo. Esto incluye el establecimiento inmediato de un marco sólido contra las fugas y un marco realista para el RCDE después de 2030, este último proporcionando visibilidad sobre cómo abordar las emisiones industriales residuales, ya sean resultado de procesos industriales o de retrasos en el despliegue de las infraestructuras necesarias. A este respecto, debería estudiarse la posibilidad de acceder a créditos procedentes de la eliminación de carbono.
- Crear un mercado de productos de emisiones netos cero, con baja huella de carbono y circulares para generar una señal de demanda creíble, necesaria para indicar un cambio sostenido en el mercado. Los costes de la transformación tendrán que repercutirse finalmente en toda la cadena de valor hasta llegar a los consumidores, para convertirse en un modelo de negocio sostenible. Las políticas pueden contribuir a ello e influir en el escalonamiento de esta transferencia, lo que puede ayudar a acelerar la transformación.
La industria química está preparada para desempeñar su papel. Para ello, ya ha empezado a colaborar con los responsables políticos con el fin de identificar las necesidades de la industria química en su transición hacia la neutralidad climática y está interesada en trabajar con todas las partes interesadas para llevar a cabo con éxito su transformación hacia una industria química europea globalmente competitiva y neutra en carbono.
Enlace a la noticia original en inglés: https://cefic.org/policy-