Una auditoría llevada a cabo por ENAC en los laboratorios de AIMPLAS ha permitido ampliar el alcance de su acreditación a un conjunto de ensayos para la exportación de residuos plásticos que garantiza el cumplimiento de la Convención de Basilea.
La Convención de Basilea sobre el control de los movimientos transfronterizos de desechos peligrosos y su eliminación es el tratado multilateral de medio ambiente que se ocupa más exhaustivamente de los residuos peligrosos. Se trata de un acuerdo respaldado por 170 países que vela por la seguridad de los países receptores de los residuos garantizando que estos estén exentos de peligrosidad y que por lo tanto contribuye al impulso de la economía circular a nivel mundial.
Desde el pasado 1 de enero está además en vigor la enmienda para plásticos cuyo objetivo es reducir la exportación e importación de aquellos residuos de materiales plásticos que puedan suponer un problema para la salud de las personas o para el medio ambiente al ser trasportados de un país a otro para darles un uso determinado (reciclado mecánico, incineración, etc.).
“Estos residuos plásticos, para ser transferidos a través de las fronteras de dos países, deben cumplir una serie de requisitos descritos en la convención de Basilea para poder ser transportados y que los países receptores puedan aceptar su entrada”, según explica Neus Soriano, responsable del Laboratorio de Caracterización de AIMPLAS, Instituto Tecnológico del Plástico.
Una auditoría llevada a cabo recientemente por ENAC en los laboratorios de AIMPLAS ha permitido ampliar el alcance de su acreditación a un conjunto de ensayos necesarios para permitir la exportación de residuos plásticos. Esto significa que AIMPLAS analiza algunas propiedades de estos materiales para caracterizarlo de cara a su inspección en aduanas: potencial de inflamabilidad, corrosividad y reactividad, identificación y toxicidad y radioactividad.